En el barrio Manrique de la ciudad de Medellín se encuentra ubicado, en el cuarto piso de un viejo y descuidado edificio, un salón que le brinda atención, amor, enseñanza y cultura a niños, jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad que habitan el sector. Cada tarde, a partir de las 5:00 pm y hasta las 10:00 pm, mediante el tango, pero principalmente la salsa, William Carvajal y los más de 5 profesores voluntarios con los que cuenta la academia, dedican sus noches y parte de sus días a guiar y acompañar en el proceso de formación a todo aquel que desee dedicar su tiempo libre al baile.
El balcón de los artistas acoge a niños desde los 5 años y les brinda formación académica hasta los 25 años. Durante más de 24 años esta fundación independiente y sin ánimo de lucro, lucha por sacar adelante a cada joven que necesite una mano amiga. Martha Álvarez, fundadora y hoy directora general del lugar, acoge, a la fecha de hoy, más de 350 niños en su academia, de los cuales el 90% no aportan económicamente y el otro 10% aporta de acuerdo a sus capacidades económicas.
En este momento la academia cuenta con dos sedes, ambas ubicadas en el barrio Manrique, una de ellas se encarga de albergar a niños entre los 5 y 12 años, y la sede principal sirve de salón para jóvenes y adultos con mayor experiencia en el baile.
Llegamos al lugar a las 6:30pm, ya se podían observar las parejas ensayando y el sonido de la salsa retumbando en el lugar, William nos recibió con gran entusiasmo, nos condujo hasta su oficina y nos empezó a contar un poco sobre el lugar, su dinámica de funcionamiento y sus participaciones en concursos de alto nivel, todo esto lo empieza a narrar con gran orgullo y admiración.
“Yo soy negociador internacional, bailé 15 años en el Ballet folclórico de Antioquia y una vez me retiré del baile profesional me dediqué a mi trabajo formal, pasado algún tiempo decidí que debía hacer algo con el conocimiento adquirido en los escenarios, me enteré de esta bonita labor y quise hacer parte de inmediato. Llevo acá más de 10 años y me siento feliz con lo que hago”.
El recorrido por el lugar fue lo más emocionante, las paredes se encuentran repletas de reconocimientos conseguidos por los artistas en su larga trayectoria, han recorrido el mundo entero al ritmo de la salsa y han logrado que Medellín sea hoy, referente importante de este género.
Miami, Italia, Nueva York, son solo una pequeña lista de los lugares que han visitado gracias a este baile. Los niños y jóvenes que han dedicado noches enteras para lograr sacar las mejores coreografías se han visto recompensados.
“Aquí recibimos niños todos los días, les llama la atención el lugar y quieren entrar, vienen una o dos veces y no vuelven más. Es que para ser bailarín se necesita disciplina y constancia, y lo que queremos formar acá son bailarines de verdad, que puedan concursar y salir adelante gracias a la salsa, además, nos interesa mantener ocupados a los chicos, alejados de los vicios, que solo tengan tiempo para estudiar y bailar, es por esto que los niños que vienen desde pequeños y crecen con nosotros han tenido grandes oportunidades de conocer y de crecer como personas y artistas”. Comenta William, mientras nos da un recorrido por los salones de ensayo.
No hay palabras que alcancen para describir la genialidad, exactitud, coordinación y pasión con la que bailan los alumnos del Balcón de los artistas, sus pies de mueven tan rápido que, en ocasiones sientes que la realidad ha sido alterada y estás viendo una especie de ilusión óptica, sus tardes y noches de entrenamiento duro se ven reflejados en cada uno de los movimientos que realizan, cada gesto y cada paso que dan ha sido estudiado durante días, meses y años, es por esto que la labor de estos jóvenes artistas se ha visto tan reconocida a lo largo del mundo.
“En ocasiones nos visitan extranjeros y personas que viven fuera del barrio, a ellos se le brindan clases personalizadas y con lo que ellos pagan se busca subsidiar parte de los gastos que genera la manutención del lugar, además, la academia ha logrado cultivar un buen nombre y aunque no contamos con el reconocimiento que quisiéramos, nuestra labor y profesionalismo ha ido corriendo de voz en voz por las calles de Medellín y hoy no solo somos respetados en el barrio si no en el país y hasta en el mundo, y aunque muchos digan que somos la competencia directa de las academias de Cali nosotros consideramos que tenemos un sello que nos hace únicos y es la pasión y la entrega de este gran trabajo que cultivamos diariamente”.
La visita estaba a punto de terminar y cuando creíamos que habíamos visto todo el talento que esta gran academia tenia para mostrarnos, William decidió llevarnos a la sede donde ensayan los más pequeños, pues queda tan solo a unos metros de la principal. El ruido que salía del salón era estruendoso; gritos, llantos y risas retumbaban mientras sonaba una salsa brava de fondo, pero de inmediato vieron que William se acercaba por las escaleras, aquel desorden desapareció y todos se volvieron angelitos obedientes.
El salón estaba totalmente lleno de niños entre los 5 y 8 años, todos con su uniforme de la academia, el profesor que es el encargado de darles la clase se encontraban sentado en un rincón, resignado ante tanto desorden. Después de cinco minutos de una charla muy inspiradora por parte de William, los niños se dispusieron a ocupar sus lugares en la pista.
Si ver bailar a los jóvenes con tanta destreza y coordinación resulta fascinante, observar a aquellos niños disfrutar de un ritmo tan lejano a su mundo, y bailarlo como si el sabor corriera por sus venas, es indescriptible. A pesar que sus pies y sus movimientos no eran tan exactos y coordinados como los alumnos avanzados, la ternura de sus pasos envuelve a cualquier espectador que tenga la dicha de presenciar ese espectáculo.
Dejamos el balcón de los artistas con la certeza de que Medellín tiene un futuro increíble si de bailar se trata, y si personas tan buenas como William y Martha siguen dedicando su vida y su empeño en formar artistas de tal calidad como lo están haciendo, seremos recordados como los mejores exponentes de baile que ha visto el mundo. Gracias a todos aquellos que creen en la cultura y la música, no solo ganan premios y obtienen satisfacción, también salvan vidas, inculcan valores y forman personas integras y apasionadas.















